El rostro del dominicano, aquí y en cualquier lugar

Aunque el ex presidente Juan Bosch permaneció varios años fuera del país, exiliado, porque no simpatizaba con la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en sus años de ausencia no olvidó sus raíces, ni las costumbres e idiosincrasia del dominicano, por eso cuando regresó en 1962, para participar en la campaña electoral, que luego lo llevó al poder por el PRD, mantuvo su discurso con un lenguaje sencillo que fue bien digerido por la mayoría.
Como sucede con los ciudadanos de los diferentes países del mundo, los dominicanos también tenemos nuestra manera de ser que nos identifica en cualquier lugar donde hacemos presencia, por nuestro particular comportamiento, pues para muchos, nosotros hablamos muy rápido.
Otras cualidades que nos hacen diferente es que, con sus excepciones, es que los dominicanos somos extrovertidos, comunicativos, amistosos, solidarios, trabajadores, así como divertidos, bailadores, enamorados y revoltosos, además somos dueño de otras tantas virtudes y defectos que sería difícil enumerar.
Nos gusta discutir, por ejemplo, el cubano y el dominicano son los caribeños que se consideran que más saben de todo, los que más hablan, en una conversación, el cubano no da oportunidad para que el otro señale su punto de vista. Para algunos sociólogos, las personas que residen en las zonas cálidas son muy propensas a exaltarse por cualquier quítame esta paja.
Como el puertorriqueño está influenciado por la cultura norteamericana, es más pasivo, así como el jamaiquino, que al hablar un idioma diferente al nuestro, sobre todo, los que residen en los Estados Unidos, se confunden con el afroamericano por tener la piel oscura como ellos, pero su comportamiento es distinto. El haitiano, en los Estados Unidos, es bien humilde y sencillo.
Cada uno tenemos nuestra propia cultura y costumbre, en una oportunidad que iba de viaje a la ciudad de New York y no existían los equipos de rayo X para chequear las maletas, un inspector me preguntó que llevaba en el equipaje y le respondí, llevo lo que el dominicano acostumbra cargar. queso, dulce y ron y a veces las hojas para hacer té, aunque fueran prohibidas.
Como el dominicano se ha adueñado prácticamente del alto Manhattan en la ciudad de New York, y por alguna razón la policía les incauta algún tipo de mercancía de las que son exhibidas en las calles, cuando esto ocurre son rodeados por los presentes, con el propósito de presionar a los agentes para que permitan que el negocio informal siga operando.
Pero también, fruto del poder que tienen los dominicanos allí, las autoridades son más permisibles en situaciones que en otros condados no permitirían, porque, es muy común en verano ver un grupo de personas jugando dominó en la calzada, acompañados de cervezas o alguna botella de ron semi-oculta.
El dominicano que reside en los Estados Unidos es de los inmigrantes que más trabaja y progresa, porque llega allí con el propósito de lograr metas sin descuidar la familia que dejaron atrás, además es de los que se preocupan por legalizar su status migratorio.
Caminando por cualquier calle del alto Manhattan, específicamente en la San Nicolás, desde la 175 hasta la 190, es normal escuchar una conversación entre dominicanos hablando de lo que han logrado y sus aspiraciones futuras, así como otros con el sueño de regresar de retirada a su país, a disfrutar un merecido descanso, después de muchos años de trabajo y esfuerzo.
En el alto Manhattan, la presencia de los anglosajones y afroamericanos es escasa, solo se habla en español, pero español al estilo dominicano, las habichuelas con dulce y el chicharrón, hacen pensar que estamos transitando por una arteria comercial de República Dominicana.
Allá, al igual que aquí, la política, el beisbol, el merengue, la bachata, la apuesta de lotería y la cerveza, resultan ser el hobby por excelencia de los dominicanos, pero hay una gran diferencia y es que el dominicano que reside en el exterior, por su situación económica y social privilegiada, no se deja manipular por los políticos del país que no pueden comprarlos con dinero, ni ron, ni un pica pollo o caja de navidad, no es posible, y cuando llega el momento de votar, lo hacen conscientemente por quien les dicte su condición de ciudadano dominicano, aunque viva en el exterior.