RD, el país más politizado del mundo

Hasta que se produjo la muerte del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, el 30 de mayo de año 1961, no descubrimos nuestra pasión por la política. En nuestro país el béisbol, la política y la religión son temas en los que en una discusión es muy difícil ponerse de acuerdo.
Salvo que los contertulios coincidan en la manera de pensar, resulta imposible encontrar puntos de avenencia en el que no se produzca una acalorada discusión, porque cada quien quiere imponer su criterio, ya que cada quien considera que tiene la razón.
Pero, lamentablemente seremos buenos entendidos en beisbol o en los asuntos religiosos, pero en política, más que conocedores, somos fanáticos, y al fanático se le obnubila la mente no sabiendo distinguir entre la razón y la sin razón, tal vez esa es una herencia maldita de la era de Trujillo, que mantuvo a este pueblo adormecido por 31 años.
Pero después del hecho histórico del tiranicidio, es mucho lo que hemos recorrido, pero ese tiempo que no ha sido suficiente para que en política aprendamos a conocer sobre cuál es el mejor candidato al momento de elegir.
Hemos sido reiterativos en señalar que en este país estamos lejos de adoptar una posición política como la del pueblo venezolano con Hugo Chávez, en Ecuador con Rafael Correa y Brasil con Luis Ignacio Lula, líderes que, aunque por diferentes razones, ya no están en el escenario político, en su momento sentaron un precedente en América Latina.
Sin pretender ser pesimista y subestimar la inteligencia de este pueblo, pensamos que quizás algún día no lejano aprendamos a distinguir entre lo mejor y lo peor, situación que ha sido aprovechada por los que nos gobiernan en la actualidad que también han aprendido que la mayoría de los dominicanos, piensan más con el estomago que con la cabeza.
Los políticos nuestros saben cómo se manipula a la gente, cuánto cuesta la conciencia de cada uno de los que votan cada cuatros años en las elecciones, manejan los medios de comunicación y, tienen dinero para comprar hasta al que más caro se cotice. Si no aprendemos, nuestro futuro será incierto, porque no aparecerá un ´´chapulín colorado´´ que nos defienda.
Pero también hemos tenido políticos irresponsables que cuando tuvieron la oportunidad de gobernarnos se manejaron de una manera y, aunque muchos no estén de acuerdo con nosotros, recordemos que en 1963, Juan Bosch, que por su cobardía no supo empantalonarse, permitió que le dieran un golpe de estado.
En el mismo momento del golpe de estado comenzó la desgracia de este pueblo, porque con el propósito de reponerlo en el poder, se produjo la revolución de abril de 1965, con saldo de millares de muertos y millones de pesos en pérdidas materiales, sacrificio que nada aportó al bienestar de los dominicanos, y del que solamente se benefició Joaquín Balaguer, quien instauró una dictadura disfrazada de democracia que impuso el terror en el país persiguiendo y aniquilando a lo mejor de nuestra juventud y a muchos de los combatientes constitucionalistas de abril. Este acontecimiento bélico cumplió recientemente 54 años.
La estupidez de Salvador Jorge Blanco de no enjuiciar a Joaquín Balaguer por los crímenes cometidos durante sus primero doce años de gobierno y que luego le regaló diez años más, son errores que hoy estamos pagando a un costo muy elevado.
El culpable más reciente es Hipólito Mejía, un político que sabe más de agricultura que de asuntos de estado. Si un día tuviéramos que contarles la historia contemporánea de este país a nuestros nietos y biznietos, tendríamos, que comenzar y terminar con estos tres políticos.
Pero lamentablemente lo bueno no dura, como señala el refrán, porque después de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón y otros grandes, lo mejor que hemos tenido en los últimos años, se inmolaron por los ideales de tener una patria mejor, nos referimos a Manolo Tavárez Justo, Francisco Alberto Caamaño Deñó y a don Antonio Guzmán, que por razones todavía desconocida se suicidó, pero también a José Francisco Peña Gómez, quien murió en el apogeo de su exitosa carrera política.
En poco espacio esa es la historia reciente de nuestro país, por el que se ha derramado tanta sangre, lucha y sacrificio para tener una patria digna, donde impere la justicia y la igualdad, y los dominicanos vivamos en un ambiente de paz. Pero no perdamos la esperanza, porque ese día llegará y nos traerá un mejor bienestar para nuestras futuras generaciones.